Vivimos en una época de convulsión, una época que parece no tener precedentes históricos por su intensidad y alcance. A escala mundial estamos experimentando una policrisis (crisis paralelas e interconectadas ), : el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el desmoronamiento de las democracias y una dependencia cada vez mayor de los combustibles fósiles. Juntos, estos fenómenos forman un punto de inflexión que no sólo es significativo como acontecimiento histórico, sino que también representa un desafío directo para nuestro presente y nuestro futuro.
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Perspectiva histórica e influencia humana
Históricamente, los cambios climáticos como la «Pequeña Edad de Hielo», en el siglo 17, eran fenómenos naturales. En esta época las temperaturas globales disminuyeron significativamente lo cual llevó a la humanidad a inviernos más largos y severos en Europa y Norteamérica, afectando la agricultura y las economías. Las sociedades buscaban culpables para explicar las desgracias naturales y sociales y esto llevó a veces a la persecución de brujas o extranjeros, quienes eran acusados de causar mal tiempo a través de su magia o maldad. Un punto de inflexión muy importante.
Hoy, sin embargo, nos enfrentamos a una crisis climática de origen humano. La capacidad de la humanidad para influir en su entorno se ha ampliado enormemente gracias a los avances tecnológicos. Este alcance tecnológico significa que nosotros -más que ninguna generación anterior- tenemos el poder de influir tanto constructiva como destructivamente en nuestro medio ambiente. Así pues, este punto de inflexión es nuevo, no sólo por su escala y sus consecuencias, sino también por su causa.
El papel de la tecnología y las redes mundiales
La tecnología moderna y las redes mundiales nos permiten actuar con más rapidez y amplitud que nunca. Estas capacidades podrían utilizarse para lograr un cambio sostenible y mitigar los impactos negativos de nuestro modo de vida. En lugar de ello, vemos que los viejos hábitos y los intereses económicos suelen primar sobre el bienestar a largo plazo del planeta y sus habitantes. En este aspecto la crisis climática también plantea un reto psicológico. A pesar del claro conocimiento de las consecuencias catastróficas de nuestras acciones, a menudo no hay una respuesta global lo cual alimenta la pérdida de confianza en las autoridades tradicionales. Los científicos y políticos, siempre han sido portadores de confianza y esperanza con decisiones racionales, pero ellos son cada vez más criticados.
Me pregunto, ¿Cómo podemos responder más eficazmente como comunidad global?
Mientras que algunas regiones del mundo viven ya los drásticos efectos de la crisis, otras siguen viviendo en una ilusión de seguridad. El Norte/Oeste global, rico y tecnológicamente avanzado, podría hacer mucho sin perder calidad de vida. Pero la pregunta sigue en pie: ¿Por qué no actuamos? ¿Estamos tan atascados en nuestras vidas «normales» que no queremos reconocer los signos de los tiempos? Creo que en este momento «histórico», es más importante que nunca que nos tomemos en serio nuestro papel como parte de una comunidad global. No se trata sólo de adaptar los estilos de vida individuales, sino también de promover cambios estructurales y sociales que permitan un futuro sostenible.
En chino mandarín, la palabra ‘crisis’ está compuesta de dos caracteres:uno representa peligro y el otro representa oportunidad. Nos encontramos en una crisis con un punto de inflexión importante, mejor verlo como una oportunidad pero también como nuestra responsabilidad para actuar.
“La Educación es el punto en el cual decidimos si amamos al mundo lo suficiente como para asumir una responsabilidad por él» – Hanna Arendt.