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En las ciencias sociales, la teoría de juegos (originalmente utilizada en las matemáticas)  se ha convertido en una herramienta fundamental para comprender y transformar las dinámicas humanas en el contexto de incertidumbre. Este enfoque nos invita a ver las interacciones no solo como enfrentamientos entre intereses opuestos sino como oportunidades para construir acuerdos que beneficien a todas las partes involucradas. En tiempos de transformación social esta perspectiva adquiere una relevancia especial ya que permite abordar los conflictos como puntos de inflexión donde es posible re-configurar las relaciones de poder y de cooperación.

Más allá del juego de suma cero

Uno de los mayores aportes de la teoría de juegos es su capacidad para cuestionar la idea de que todos los conflictos son de «suma cero», es decir, que el beneficio de una parte necesariamente implica la pérdida de la otra. Esta visión tradicional es probablemente insuficiente para entender la complejidad de las interacciones que tenemos en nuestras sociedades y especialmente en los contextos de alta interdependencia como son las relaciones internacionales y los desafíos globales.

Un ejemplo concreto

El desarmamento nuclear durante la «guerra fría»  es un ejemplo de dos «super potencias» que muestra que incluso en situaciones de desconfianza mutua es posible identificar intereses comunes, lo cual es la clave en este proceso. A través de un proceso gradual y verificable progresivamente los dos arsenales nucleares, Estados Unidos y la Unión Soviética lograron transformar un dilema de desconfianza extremo en una dinámica de cooperación global.

La clave en este modelo de descomponer grandes problemas en pequeñas acciones concretas y verificables nos recuerda que incluso los conflictos más complejos pueden ser abordados de manera constructiva si las partes comparten una visión compartida del mundo.

Las crisis es un espacio de transformación

En lugar de ver las crisis como meros episodios de ruptura es importante interpretarlas como momentos de transición donde emergen nuevas posibilidades. Son momentos que nos obligan a repensar y a replantear las reglas «del juego» par abrir espacios para la innovación y la cooperación. La teoría de juegos puede ofrecer instrumentos para analizar cómo estos momentos críticos pueden convertirse en oportunidades para re-diseñar nuestras interacciones sociales globales.

Resolver el cambio climático no es posible en si, pero de ninguna forma debería depender de una lógica competitiva entre naciones sino de acuerdos colaborativos globales basados en compromisos graduales, y lo más importante, verificables.

Lecciones de crisis actuales

La crisis geopolítica actual entre Rusia y Ucrania (y la OTAN ) ejemplifica cómo las escaladas graduales pueden llevarse en una dirección equivocada: la polarización sigue alejando cualquier posibilidad de reconciliación de momento. Cada ofensiva militar con nuevas armas o sanción económica refuerza un ciclo de desconfianza conduciendo a un enfrentamiento continuo. La teoría de juegos permite analizar y entender esta dinámica a través del  «Juego del Gallina», un «juego» sin-cooperación de las partes; es un modelo que ilustra cómo las decisiones estratégicas en contextos de riesgo pueden llevar a un enfrentamiento destructivo si ninguna de las partes cede. Según el «juego», dos conductores avanzan a toda velocidad hacia un punto de colisión y el resultado depende de si uno decide desviarse o si ambos persisten en su camino. Cada escalada en este conflicto ( como el suministro  o uso de armamento avanzado ) podría interpretarse como un refuerzo de la postura de cada actor lo cual intensifica la polarización y acelera el ciclo de desconfianza que hace que cualquier gesto de conciliación sea percibido como una derrota estratégica.

El problema fundamental en este tipo de interacción es que cuanto más se prolonga la escalada, más difícil resulta encontrar una salida.

Ahora, para transformar este «juego» en un modelo cooperativo, el conflicto debe re-diseñarse en un «Dilema del Prisionero», donde las partes involucradas interactúan en múltiples rondas con compromisos progresivos y verificables. Esto requiere fragmentar el problema en pasos pequeños con acuerdos parciales supervisadas por unos mediadores neutrales y de esta forma generando confianza progresiva entre las partes. Al introducir rondas iteradas de cooperación ambas partes tendrían incentivos para evitar el choque frontal.

Este enfoque de transformación también muy complejo podría cambiar la narrativa de pérdida y orgullo por una dinámica estratégica basada en el interés compartido.

 

 

Author Leonard Glab Frontera

Comunicación estratégica | Investigación en conflictos y crisis interculturales | Mediador de paz | Profesor universitario

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