Skip to main content

Llevo observando desde hace tiempo que en el ámbito de la educación ( y la investigación ) académica  se plantea una cuestión central de nuestro tiempo: ¿cómo podemos diseñar una cooperación interdisciplinaria en las universidades de manera que respondan a los retos de un mundo cada vez más complejo? Un mundo VUCA, un mundo BANI.  Se trata de algo más que de la mera transferencia de conocimientos: se trata de diseñar y transformar un nuevo «escenario educativo».

El valor de la interdisciplinariedad

Los estudios interdisciplinarios deberían ampliar la perspectiva de los alumnos y «tender puentes» entre las distintas disciplinas y así fomentar la capacidad de abordar problemas complejos desde múltiples perspectivas;  ya sea el cambio climático, la transformación digital,  la polarización social, o los conflictos globales…,  cuestiones que exigen soluciones que traspasen las fronteras disciplinarias.

Pero tal vez aquí también radica el dilema: la interdisciplinariedad se percibe a menudo como algo arriesgado y exige abandonar territorios conocidos y sumergirse en sistemas de pensamiento ajenos. Históricamente los filósofos tenían este rol, de juntar islas de conocimientos en la sociedad para poder explicar la «historia» completa de forma interconectada.

Cabe destacar que actualmente, de forma orgánica, la innovación en la educación superior a menudo surge en las intersecciones entre disciplinas, lo cual y sin duda, es una oportunidad que hay que aprovechar de forma creativa, y también requieren valentía organizativa y la voluntad de cuestionar las estructuras establecidas.

Resistencias y oportunidades

Aunque con ganas de innovar, las universidades siguen siendo instituciones marcadas por profundas divisiones disciplinarias, y estas estructuras no son un obstáculo en sí mismo sino que ofrecen estabilidad desde la experiencia académica. Sin embargo estas estructuras rígidas pueden dificultar la cooperación entre las disciplinas.

¿Entonces donde podemos encontrar puntos de conexión? Es fundamental que el fomento de la cooperación debe entenderse como una especie de espacio de experimentación que permite e incita a ser creativo, sin barreras. Proyectos innovadores como los»Bar Camps» demuestran que los nuevos impulsos y espacios de pensamiento abierto pueden contribuir a dinamizar el «panorama» universitario. Este tipo de iniciativa no solo crea nuevas ofertas educativas sino que también promueve una cultura de apertura y flexibilidad.

Según Yvo Wüest, especialista en educación; otro buen ejemplo también es la metodología de la reducción didáctica, que permite que diferentes grupos comprendan contenidos complejos sin perder su esencia; esto facilitaría la cooperación entre diferentes disciplinas y haría que «hablaran» el mismo idioma.

Una visión para la educación superior

Aprovechando estos recursos propuestos, en un «mundo ideal» las universidades podrían servir como laboratorios de pensar y de innovación social. Ninguna disciplina en concreto conoce todas las respuestas por sí sola, por lo tanto la Universidad podría ser un lugar donde se plantearan las grandes preguntas de nuestro tiempo y se ensayarán nuevas soluciones de forma cooperativa.

Es importante dejar claro; la cooperación interdisciplinaria no es el objetivo, sino el medio para conseguirlo.

Imagen protegida por derechos de autor de la Universitat Pompeu Fabra.

 

Author Leonard Glab Frontera

Comunicación estratégica | Investigación en conflictos y crisis interculturales | Mediador de paz | Profesor universitario

More posts by Leonard Glab Frontera

Leave a Reply

Tel. +34 697549121
Email. contacto@glab2b.com

© 2025